Por D. Manuel Daniel Alvear, Doctor Ingeniero Industrial por la Universidad de Cantabria (UC).
- Catedrático en el Área de Conocimiento sobre Construcciones Industriales (UC).
- Director del grupo de investigación GIDAI (UC).
- Profesor invitado en la Escuela de Ingeniería Civil de la Universidad Politécnica THM Giessen (Alemania).
- Director General de Industria, Energía y Minas del Gobierno de Cantabria (2021-2023).
- Miembro de Comités editoriales de las prestigiosas revistas Fire Technology y Fire Safety Journal.
- Responsable de la Delegación Española en el Subcomité SC8 del Comité internacional 92 de ISO dedicado a Fire Safety Engineering.
- Presidente del Subcomité Nacional SC8 sobre Ingeniería de Seguridad contra Incendios del Comité Nacional 23 de AENOR.
- Presidente de la Asociación Clúster del Fuego de Cantabria (CIF).
«….la autoexigencia……resulta difícil, porque requiere esfuerzo y tiempo, supone evitar atajos, y enfrentarte constantemente a tus propias limitaciones de conocimiento»
Cuando has dedicado una buena parte de tu vida a trabajar en el ámbito de la ciencia, desarrollas una capacidad por la autoexigencia y el pensamiento crítico para no dar nada por sentado a priori, sin más, sin haber podido evaluar experimentalmente esas ideas o si no hay una fuente que permita contrastar ese dato rigurosamente.
Se trata de una dinámica que en ocasiones resulta difícil porque requiere esfuerzo y tiempo, supone evitar atajos, y enfrentarte constantemente a tus propias limitaciones de conocimiento, pero que al mismo tiempo estimula la proactividad y la curiosidad necesaria para ir en busca de nuevos planteamientos. Esta realidad se acentúa cuando tu ámbito de investigación es un tema tan complejo como los procesos relacionados con el incendio, en el que multitud de factores inciden de manera extraordinariamente compleja en el resultado final.
«En el caso de los incendios aún es necesario que se desarrolle una labor formativa a nivel universitario, ordenada en contenidos y semejante a la de otros países europeos».
En las ocasiones concretas en las que he tenido la oportunidad de aproximarme al día a día de los peritos profesionales, con la emisión de informes para aproximarse a la valoración de hechos ocurridos en circunstancias muy complejas como pueden ser los siniestros o desastres, debo confesar que he sentido el vértigo necesario que impulsa a aferrase de forma honesta a la metodología científica, a fundamentarse en el conocimiento profundo de los fundamentos y principios. Por eso, tengo una gran estima por las personas que os dedicáis a esta profesión. Desde estas líneas únicamente deseo hacer un reconocimiento y revisitar algunos puntales esenciales que rigen el trabajo de los peritos.
Para garantizar el éxito de un trabajo de investigación, en mi opinión, hay algunos elementos que siempre deben estar presentes. El primero de ellos es revisitar los principios y fundamentos que están directamente relacionados con el estado del arte del fenómeno que estamos estudiando, permitiendo que ese conocimiento básico nos cuestione, nos facilite la comprensión y el contraste objetivo de potenciales hipótesis, pero evitando en todo caso que simplemente usemos de forma superficial para buscar justificaciones a formulaciones precipitadas. En el caso de los incendios aún es necesario que se desarrolle una labor formativa a nivel universitario, ordenada en contenidos y semejante a la de otros países europeos. No es suficiente la formación de nuestras profesiones reguladas para poder afrontar los retos profesionales de este ámbito.
«Nutrir la investigación forense o la emisión de informes periciales con herramientas científicas ofrece más rigurosidad y garantías».
Por otra parte, en ocasiones echo en falta una mayor conexión directa de los profesionales del peritaje con el ámbito más científico, una mayor vinculación de la investigación forense de determinados eventos con la investigación científica que aborda los mecanismos de los fenómenos que rigen dichos eventos. Se trata de una vía de dos sentidos en la que todos ganamos, desde luego que nutrir la investigación forense o la emisión de informes periciales con herramientas científicas ofrece más rigurosidad y garantías, pero es que al mismo tiempo que los científicos puedan aprender de las experiencias de los peritos frente a los eventos en condiciones de uso final supone una gran ganancia para orientar mejor los estudios científicos.
Conclusión
Insisto para aprovechar esta oportunidad, que Lourdes Perlines me ofrece, y reconocer de nuevo a través de estas líneas el trabajo de los peritos en diferentes ámbitos tales como el legal, el mercado asegurador, etc. No creo que fuera reconocible nuestra sociedad sin las contribuciones que los profesionales del ámbito de la ingeniería pericial han realizado de forma continuada durante años, y que han redundado en mejoras en la calidad y seguridad de nuestras infraestructuras, edificaciones y actividades económicas.